Las impresoras de láser funcionan por medio de un tóner que tiene tinta. La tinta está compuesta por pigmentos triturados hasta que se convirtieron en una especie de polvo con textura aceitosa. A la hora de imprimir, graban el contenido sobre un cilindro fotosensible por medio de una carga electroestática. El cilindro pasa por el depósito del tóner en que se adhieren los pigmentos antes mencionados y tiene contacto con el papel haciendo que el polvo caiga. Un rodillo con calor fija la tinta sobre el papel.
Estas destacan por ser muy eficientes, con impresiones de alta calidad a velocidades muy buenas. Pueden ser monocromas, que son las que tienen un tóner, o a color, las que tienen cuatro. Como hemos podido apreciar, tienen un tóner de pigmentos pulverizados en lugar de los cartuchos que solemos ver habitualmente, con tinta líquida. Su coste por página puede ser algo inferior a la impresión de tinta, y las monocolor todavía son mucho más económicas.